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Previsiones del FMI- 2013 y 2014
Los escenarios más adversos se alejan, pero la expansión continúa siendo modesta y muy desigual
El FMI rebaja las previsiones para el crecimiento mundial en 2013 en 0,2 p.p. hasta un 3,3%, aunque las mantiene estables para 2014. La expansión global tiene continuidad, pero el comportamiento de las economías sigue siendo muy desigual y, dadas las fuertes interconexiones entre países, una recuperación a “tres velocidades”, como la actual, es también una recuperación vulnerable.
Todas las principales economías, desarrolladas y emergentes, exceptuando Japón se ven afectadas en mayor o menor medida por la revisión a la baja de 2013. En general, el pronóstico para las economías desarrolladas en 2013 no es mejor que en 2012, aunque la progresión es más favorable, consistente con un mayor crecimiento en 2014. Para las emergentes, el FMI prevé que 2013 será algo mejor que 2012 (5,3% frente a 5,1%).
El FMI prevé para España una contracción del PIB del 1,6% en 2013, lastrada por la extrema debilidad de la demanda interna, y una leve recuperación (+0,7%) para el año próximo; en ambos casos empeora una décima sus previsiones anteriores. Estas proyecciones bastante más pesimistas que las del Gobierno (-0,5% y +1,2%). Según el FMI, los ritmos de crecimiento serán modestos, inferiores al 2%, al menos hasta final de la década. Como consecuencia de estas malas perspectivas, la tasa de paro seguirá creciendo, hasta el 27% de la población en 2013, la más alta de la UE, junto con Grecia, apenas se reducirá medio punto el año próximo y no bajará del 25% hasta 2016.
Por su parte, aunque el déficit público se reducirá de forma notable este año hasta el 6,6% del PIB, frente al 10% estimado en 2012, quedará lejos del objetivo marcado por Bruselas (en principio el 4,5%), mientras que en 2014 volverá a repuntar hasta cerca del 7%: no será hasta 2017 cuando se sitúe por debajo del 6%. Como aspecto positivo, se prevén superávits crecientes de la balanza por cuenta corriente (1,1% del PIB este año y 2,2% el próximo).
El FMI considera que los escenarios más adversos han perdido probabilidad y, por tanto, los riesgos para la economía global están ahora más equilibrados.
? Reconoce que el escenario a corto plazo ha mejorado gracias a que los responsables políticos de la UEM y de EEUU tomaron medidas para desactivar los dos principales riesgos que amenazaban a la expansión global: riesgo de ruptura del euro y un endurecimiento excesivo de la política fiscal en EEUU.
? Entre los riesgos a medio plazo, destaca las dudas sobre la capacidad de la UEM para superar la crisis y de EEUU y Japón para reducir sus respectivos déficit fiscales y su deuda.
? Los desequilibrios en las balanzas por cuenta corriente están moderándose, aunque ello se debe, principalmente, al debilitamiento de las importaciones en los países con mayores déficit. Esta mejora se refleja en un cierto reequilibrio entre las tres principales divisas y el FMI no observa grandes desviaciones respecto a sus valores fundamentales: considera que el dólar y el euro están moderadamente sobrevaloradas y el yuan chino moderadamente infravalorado.
Entre las recomendaciones, el FMI destaca que, en las economías desarrolladas, los dirigentes políticos deben tomar “todas las medidas que sean prudentes para estimular la débil demanda”.
? Reconoce que la expansión fiscal no puede resolver por sí sola los problemas de debilidad de la demanda y de elevado endeudamiento y recomienda a EEUU y a Japón a que tomen medidas para equilibrar sus cuentas públicas a medio y largo plazo; pero éstas deben ser graduales. Además urge a los países con margen fiscal (como Alemania) a tomar medidas de estímulo.
? Aunque advierte que las medidas extraordinarias de estímulo tomadas en los últimos años pueden tener efectos perniciosos y podrían complicar las estrategias de salida hacia la normalización, considera que los bancos centrales deberían analizar qué más pueden hacer para afianzar la recuperación económica: la política monetaria debe seguir respaldando la actividad y las políticas financieras tienen que ayudar a mejorar la transmisión de la política monetaria hacia la economía real.